Al principio cuando te
enamoras no necesitas agradecimientos, ya que agradecida estas por el hecho de
haberte enamorado y de tener a la persona querida a tu lado. ¡Gracias por
cada centímetro de tu cuerpo, gracias por tu sonrisa!. Nuestro agradecimiento
puede llegar a la ceguera que solo el enamoramiento es capaz, llegando a
percibir los peores atributos de nuestro amado/a con un singular encanto. Soy
mujer, por eso no puedo ponerme en el pellejo de un hombre, aunque lo intente,
pero si me puedo imaginarme como mujer encandilada enamorada un poco
perturbada: Que mi chico come como un cerdito: ¡No ves que encantador,
comiendo es como un niño pequeño!. Que te suelta una
grosería: ¡Que temperamento mas varonil tiene! Que se va constantemente
de parranda y te deja tirada: ¡Es que es tan encantador y sociable!
Los agradecimientos
empiezan a menguar después de ese periodo de trastorno transitorio de
enamoramiento, pero sin darte cuenta estás convencido/a de que es el amor de tu
vida y decides convivir con esa persona el resto de tus días, o al menos esa es
tu intención. Ahora lo tienes al lado de tu cama, roncando como un búfalo, y lo
peor, sin poder pegar ojo, y, por supuesto, lo último que se pasa por la cabeza
es estar agradecida. Ya no existen “gracias” ni de “nada”, ya que la
confianza a estas alturas da asco, y los agradecimientos “sobreentendidos
o no” brillan por su ausencia. Pero esos sobreentendidos son el
arma letal de una relación. El reconocimiento es síntoma de amor que se
canaliza a través del agradecimiento, por lo que la falta de ellos van erosionando
poco a poco la relación. Un gracias, un beso, una mirada cariñosa, un
tenderte la mano, …deberían ser los “imprescindibles” para darnos a
entender este reconocimiento y afecto.
Una de mis mejores
amigas, que estaba en un punto casi agonizante de su relación de pareja,
me hizo caer del guindo ante su lógica aplastante: Su falta de reconocimiento y
de agradecimiento se convirtió en el veneno que enfermaba poco a
poco mi amor por él, y este amor esta totalmente e irremediablemente
“muerto”.
La psicóloga Arnie M.
Gordon de la Universidad de California es pionera en investigaciones sobre “el
agradecimiento” con su hipótesis de "el circulo del aprecio”.
Las parejas que expresan agradecimiento son más felices y están más unidas,
aparte de que permanecen más tiempo juntas. No se trata de estar todo el
rato diciendo “gracias”,es acordarse de esa persona cuando hace algo por
ti o lo comparte contigo, a través de mil señales no verbales y, porque no, si
verbales.
Después de algunos o
muchos años juntos, una reflexiona y hace balance de si la relación
merece la pena. En aquellos momentos malos, en sus enfados, en sus ronquidos,
en sus manías, en sus defectos, ...; pero allí están los otros buenos ratos, en el cariño, en las risas, en complicidades, en los aprecios, en los agradecimientos, ... y entonces es cuando podríamos
decir que nos sentimos “agradecidos” de haber construido un mundo juntos.
El agredecimiento nos
ayuda a reconocernos y valorarnos por lo que valemos, no por lo que nos falta.
Estudios realizados
muestran que el que experimenta y expresa agradecimiento, es más feliz y vive
más saludablemente.
Pero si queremos
expresar agradecimiento en nuestra pareja tendremos que practicar apreciando lo
bueno de ella. Un terapeuta de parejas y autor del libro “Cuidados en la
pareja”, Hans Jelleuschek, nos cuenta que las parejas tienen que volver a
aprender a observar lo positivo de su media naranja y expresarlo.
Estamos hablando de que percibamos la realidad de nuestra relación, no solo
con las partes negativas de conflicto, discrepancias y desgaste, yéndonos
a la “zona oscura”, sino que observemos lo positivo dando pasos hacia “la luz“.
El primer paso hay que
ponerlo en práctica observando nuestra relación y haciéndonos
conscientes en nuestro día a día de lo que encontramos y experimentamos
positivo en nuestra pareja y relación. Esto lo iremos apuntando en una
libreta. La mayoría de estos dijéramos “comportamientos que vemos
de manera positiva” pueden pasar como intrascendentes y banales: ¡Que guapa
esta hoy!; ¡el vestido que lleva me gusta!; ¡hoy ha sido
puntual!; ¡que bueno esta este plato!; ¡que agradable ha sido con mi hermana!;
¡como se ha ayudado a nuestra hija!; ¡que manitas es arreglando la ducha!;
¡me gusta el mueble que ha elegido!; ¡que detalle en comprarme esta camisa sin
ser mi cumpleaños, o santo, o aniversario, o …..!, …y un sinfín de ...
¡que bien …! ¡me ha gustado …!, …. Y el segundo paso es no quedarse
callado y reaccionar expresando tu reconocimiento y agradecimiento: ¡Que
bien te sienta ese vestido!, ¡Que rico esta este plato!, ¡que bien has ayudado
a Carlota con su trabajo ¡, ¡que diferencia con la ducha! , y.., y ….. . Pero ahí no se acaban los
pasos: El que recibe los reconocimientos y agradecimientos tiene que saber
aceptarlos, sin con ellos considerarse pretencionso/a o arrogante,ya que aparte
de ser muy saludable, hay que saber quererse a si mismo: "Gracias por tu agradecimiento".
El sociólogo Georg
Simmel define el agradecimiento como la “Memoria moral de las humanidad”, ya
que sin el agradecimiento por lo que los otros han conseguido y realizado no
nos hubiese sido posible haber avanzado como personas, sino que habríamos
despilfarrado y destrozado a nuestro antojo. Pero aunque estos derroteros van
más por lo filosófico, si son dignos de reflexión, y quizás debamos ver el
agradecimiento, cuando hablamos del prójimo que forma parte de nuestra vida, como “recuerdo moral de nuestra relación” y homenaje a nuestra común andadura
por esta subsistencia, sin el cual un futuro juntos no tendría
sentido.
Sin agradecimiento y
reconocimiento nos desmembraríamos y destrozaríamos.
viva40mas
Fuente: Woman Brigitte